lunes, 26 de mayo de 2014

Efectos de las reformas liberales del XIX sobre las prácticas colectivas en Aldeanueva de Ebro


En 1812 en Cádiz se gestaban las bases políticas de un nuevo sistema político, económico y social que se conoce como liberalismo y que viene impulsado por una burguesía revolucionaria que quiere liquidar los fundamentos económicos y jurídicos sobre los que se asentaba la sociedad estamental y en su lugar estructurar una sociedad donde el absolutismo monárquico diese paso a la soberanía nacional, donde se acabe con todo privilegio señorial y eclesiástico, y donde se diera una nueva regulación del derecho de propiedad.


Este último aspecto, el cambio en el sistema económico y sus repercusiones sociales, serán un factor de inestabilidad y el germen de una conflictividad ocasionada por la no aceptación de una parte de la población –campesinos pobres y clero principalmente- de unos cambios que les vienen a perjudicar.

Y es que la burguesía liberal, aliada con la aristocracia terrateniente se lanza a un proceso revolucionario a lo largo del siglo XIX que liquidará el Antiguo Régimen y que tendrá como objetivo fundamental implantar un régimen de propiedad en el que la titularidad fuera particular, referida a personas concretas y no a colectivos, en la que hubiera libertad de uso y disposición de quien ostentaba la propiedad de la tierra.

En definitiva se trataba de adecuar la forma de propiedad capitalista a una sociedad donde la tradición comunitaria estaba arraigada desde hacía siglos.

Hasta la marejada liberal en Aldeanueva de Ebro como en toda España, el campesino mantenía una economía de subsistencia que podía sobrellevar gracias al uso de tierras de propiedad colectiva municipal. Bienes Comunales compuestos de tierras labrantías, dehesas, bosques, propiedad de la colectividad de vecinos, destinados al aprovechamiento directo y gratuito de éstos.

Junto a ellos había una serie de bienes propiedad del Ayuntamiento que eran utilizados de una forma personal y a cambio del pago de una renta, conocidos como bienes de Propios, éstos se explotaban mediante arrendamiento al mejor postor, y era el medio por el que los ayuntamientos obtenían una fuente de recursos con la cual costear los servicios públicos del municipio.

En Aldeanueva de Ebro entre estos bienes de propios arrendables, estaban junto al Soto de Castilluelos y el agua de las Pozas para el riego, el abastecimiento de los productos para el consumo como el pan, aceite o pescado; los puestos públicos de venta como la carnicería y las tabernas; a su vez se arrendaba el peso de los productos de consumo, los sólidos (carne, pescado…) mediante los pesos pequeños, y los líquidos (aceite, vino, vinagre…) mediante el garapito.

Todo esto se arrendaba anualmente en pública subasta convocada “a son de caja y viva voz del pregonero”, rematándose cada uno de los abastos y puestos públicos en quien ofrecía una postura mejor, consistente en el pago de una cantidad de dinero al ayuntamiento y la obligación de vender los productos al precio más bajo fijado; la alteración en el precio establecido suponía la anulación del arrendamiento, lo que suponía un medio de defensa del pueblo frente a la especulación en los precios. Asimismo los arrendatarios debían vender los productos de buena calidad, estando obligados a que estos productos fuesen del pueblo, salvo en caso de carencia de dichos productos, que podían traerlos de fuera.

La privatización de los bienes de propios a raíz de la desamortización civil de Madoz en 1855 y la abolición de estas prácticas supondrá por una parte dejar al pueblo indefenso ante los vaivenes de los precios, y por otra parte, con la desaparición de los bienes de propios el Ayuntamiento dejará de recibir los ingresos de sus arrendamientos viéndose obligado a cargar sus gastos sobre los vecinos. Si a ello unimos la desaparición de gran parte de los bienes comunales, que eran de utilización gratuita y un complemento imprescindible para el mantenimiento de las economías familiares más pobres, nos resultará sencillo comprender como el campesino proletarizado, que se verá desposeído de esas tierras, grabado con una serie de impuestos municipales, y sometido a una economía de mercado nada solidaria, vea con recelo todo este proceso liberal, siendo un grupo social descontento y a partir de entonces conflictivo.

PRADO MARTÍNEZ, Miguel Ángel (1991). Arrendamiento de abastos y puestos públicos. La Brújula: Guía informativa de Aldeanueva de Ebro, n. 7 (sept. 1991)